El Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha (MUPA CLM) posee una colección de más de 35000 piezas que abarcan 550 millones de años de la historia de nuestro planeta, convirtiéndose por derecho propio en un centro museístico de referencia.

Con un edificio moderno distribuido en tres plantas y unos cuidados exteriores en los que disfrutar además de las excelentes vistas sobre la ciudad de Cuenca, el MUPA está constituido por los fondos procedentes de las intervenciones paleontológicas en los yacimientos conquenses de Las Hoyas (Cretácico Inferior de La Cierva) y Lo Hueco (Cretácico Superior de Fuentes), aunque también alberga otros restos paleontológicos de titularidad autonómica.

Siendo un museo, cuya misión fundamental es la de conservar y proteger su colección para salvaguardar su extraordinario patrimonio paleontológico, ha logrado también, tras la tercera remodelación, mostrar dichos fondos de una forma didáctica y entretenida. Podremos pasear por sus amplias salas mientras aprendemos cómo era la vida hace millones de años en nuestro territorio y cuáles eran los fabulosos animales que lo habitaban. Titanosaurios, cocodrilos, tortugas fósiles, saurópodos gigantes… —y, cómo no, la estrella con nombre propio: Pepito (Concavenator corcovatus), con su llamativa joroba y su excepcional porte—, nos ayudarán a que esta experiencia museística sea tan sorprendente como entretenida.

Una de las grandes ventajas de este museo es que las sorpresas que te esperan no solamente las vas a encontrar dentro del espacio museístico, sino también en las réplicas de dinosaurios ubicadas en el exterior, con sus jardines, pequeñas charcas y un parque infantil tematizado.

Si os habéis quedado con más ganas de conocer este espectacular tesoro paleontológico, os recomendamos también realizar la Ruta de los dinosaurios de Cuenca , que hará que os introduzcáis en los que eran los ecosistemas, morada de dinosaurios. A través de un recorrido por dos centros expositivos (Fuentes y Cañada del Hoyo) y una ruta por la propia Serranía, comprobaremos cómo, hace millones de años, Cuenca se parecía más al Caribe, con sus propios arrecifes y albuferas, que a la imagen actual de extensos pinares y piedra.