José Eugenio Puerta Belinchón, propietario de La Licorería nos recibe y abre sus puertas para saber un poco más de su trayestoria profesional y negocio en Cuenca.
A los pocos minutos de estar charlando con José Eugenio Puerta Belinchón, propietario de La Licorería, uno se da cuenta de que va a salir con más conocimiento sobre la realidad del vino y de lo necesario que es comprar en sitios donde te puedan aconsejar sobre ello.
- José Eugenio, cuéntanos un poco más de ti y de tu negocio.
Yo llevo en La Licorería desde el año 1991. Aquí, en esta nave, estamos desde 2013. Somos tres hermanos, pero solo yo he sido el que ha estado desde el principio en el negocio. Mis padres tenían un supermercado y yo lo transformé en La Licorería, y luego me quedé también con el local de la lotería al fallecer mi madre y le cambié el nombre a El cuco encantado.
- Hemos visto en la web que no sólo vendéis bebidas alcohólicas, sino también aceites, mermeladas, productos típicos de Cuenca…, ¿por qué habéis ampliado esa oferta que va más allá de la venta de bebidas?
Lo primero es porque tenemos más espacio y, segundo, porque entendemos esos productos como complementos. Yo siempre me he negado a ser uno de tantos —dicho con todo el respeto, por supuesto—, pero nosotros hemos prescindido de tener alimentación, droguería…, teniendo solamente vinos, bebidas y licores.
Nuestro negocio siempre ha sido el vino, no somos grandes vendedores de licores. Como complementos hemos traído el alajú, bombones de la Abadía de Jábaga, licores, un aceite ecológico de aquí de Vellisca (Cuenca)…, pero no buscamos el negocio en sí mismo, sino atender a las personas que vienen buscando productos típicos de Cuenca.
- ¿Hay mucha diferencia, en cuanto a ventas, de los vinos de aquí de Cuenca con respecto a otros, como los de Ribera de Duero o Rioja?
Aquí en Cuenca, tanto en hostelería como los particulares que se acercan a nuestra tienda, buscan vinos de Cuenca. Cualquier restaurante tiene en su carta vinos de la zona, porque son muy buenos y la gente los pide. Hay personas que prueban vinos de Cuenca en algún restaurante u hotel y luego se los llevan de aquí porque les han gustado.
- ¿Cómo os conoce la gente, por la clientela, la página web…?
Nosotros tenemos una clientela bastante estable. Yo vengo de dos generaciones a las que mucha gente ya conocía al tener tiendas de comestibles. Además, yo he sido también representante de vinos y eso hace que te conozca mucha gente.
En cuanto a la página web nuestra de La Licorería es más informativa que otra cosa.
- ¿Qué aspectos os diferencian con respecto a la competencia?
Lo que más nos diferencia con respecto a la competencia es que de lo que más surtido tenemos es de vinos. A nosotros no nos da miedo o no nos importa tener vinos de ciertos precios. Somos conocedores del vino y, además, la gente nos busca a nosotros por el vino. Tenemos muy buenas firmas en representación, en distribución, y es a lo que nosotros siempre nos hemos dedicado.
- ¿De dónde proceden vuestros pedidos fundamentalmente?
Normalmente nosotros trabajamos más con el hostelero que da de comer que con el hostelero que da de beber. Somos más de restaurantes y de hoteles que de bares. Los restaurantes buscan el maridar bien sus platos y, por eso, son los clientes que más te demandan vinos.
- ¿Hay picos de ventas en el calendario en los que notéis más consumo de vinos vuestros?
Sí, se notan tres empujones claros en el año: la Semana Santa; mayo-junio, como época de comuniones y bodas, los meses de agosto-septiembre, porque viene mucha gente que, siendo de Cuenca y viviendo fuera, regresan en época veraniega; y, por último, las navidades, en donde trabajamos mucho el tema del regalo.
- Como buen entendedor de vinos, ¿nos puedes recomendar algún buen vino de aquí, de la tierra?
A mí, calidad-precio, creo que bodegas Fontana es, posiblemente, la mejor. Ahora ha sacado dos vinos buenísimos, en los que han ido innovando para no ser siempre tempranillos. Han sacado ahora un tinto muy bueno con precio muy razonable: Dominio de Fontana con uva seleccionada.
Hay otro vino que se elabora en Ledaña (Cuenca) que es muy novedoso, que se elabora como se hacía antes, en tinaja, el Rubatos 2016, de la bodega «La niña de Cuenca» (Ledaña, Cuenca).
- ¿Notas que ahora se consume más vino entre la gente? ¿Los jóvenes empiezan a familiarizarse con el vino?
Lo que ocurre es que el consumo del vino se está cambiando, ya que no se venden vinos «corrientes», sino que ahora se venden vinos más exclusivos. Además, el vino está considerado alimento, no alcohol.
La gente, en cuanto al tema de los vinos, ve que este mundo le interesa porque es algo cultural, que interesa conocer, el entender de vinos está socialmente muy bien valorado. Actualmente no se vende vino por precio, sino que está más relacionado este mundo con lo que engloba: a saber cómo se cata un vino, cómo se abre una botella, asistir a un evento en una bodega…
Los jóvenes no son grandes consumidores de vino porque la gente empieza a beber vino cuando tiene una cierta estabilidad económica. A mucha gente le encanta salir de vinos, comentarlos, es un evento social que está muy de moda. Está creciendo la diversidad de calidad del vino, se está dando un salto hacia arriba.
Esto también provoca que haya personas que se dan el capricho o que disfrutan de una botella de un cierto precio. Los vinos con un alto precio tienen el «inconveniente», —por decirlo de alguna manera—, de que se utilizan para regalar, no para consumo de quien los compra. Yo siempre se lo digo a este tipo de clientes: «¡Vas a regalar una cosa maravillosa y no vas a probarla!». Yo, desde luego, me compraría uno para mí.
El vino, como regalo, también tiene dos partes importantes: la de que, quien lo reciba, sepa verdaderamente la calidad de ese vino y, segundo, de que, si regalas un vino, uno tiene que saber que es más importante dar satisfacción a quien lo recibe que a quien lo regala.
- ¿Qué crees que le falta a Cuenca, desde el punto de vista turístico, hostelero, empresarial, para que tenga un «cambio hacia delante»?
Cuenca, en mi opinión, no tiene nada que haga que la gente se quede. No hay oferta nocturna en cuanto a, por ejemplo, musicales, teatros… Está el Auditorio, pero la actividad que tiene es la que tiene.
A Cuenca lo que la hace falta es trabajo, que haya más empresas, que no todo tiene que ser turismo. Aquí hay que producir, aquí tiene que haber trabajo para que la gente no se vaya. Cuando haya trabajo, habrá gente que se quede, que venga también, y todo ello repercutirá en la economía, en la oferta nocturna, en el turismo… Mucha gente viene en el primer AVE, la ve y se marcha en el tren de la tarde.
La capital no da para más, el comercio es una castaña, pero esto se debe a la situación que se vive. Si hubiera actividad, habría buenos comercios y todo lo demás. Los comercios que existen en Cuenca subsisten, ello agravado a que la gente de aquí se va a Albacete o a Madrid y ahí se gasta el dinero.
Desgraciadamente no hay una voluntad política de progresar. Yo, de los políticos, no quiero nada, únicamente que faciliten las cosas. Los impuestos que se pagan en Cuenca no tienen una correspondencia razonable con las prestaciones que dan.
Soy de la opinión de si un político va por trabajo al barrio de los Tiradores, que no vaya en coche oficial, sino en un taxi, que así, además, le da trabajo al taxista. Y, desde luego, no hay nadie que defienda su negocio, que se meta a político. Por último, que ese político cobre lo que ha sido capaz de ganar los últimos cinco años, ¿por qué tiene que tener un salario desproporcionado? Si no ha sido capaz de ganar más de mil euros al mes, no se le puede poner una nómina que es el cuádruple. Hay mucho lastre que hay que quitarse de encima.
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